Una vez, me enamoré
de un chico.
Un hermoso y roto
chico que tenía su propio mundo de problemas.
La gente me advirtió
sobre nuestro amor, pero no los escuché.
Parecíamos débiles,
jóvenes y tontos.
Peligrosamente
enamorados.
No nos importaba.
Para mantener
nuestros corazones protegidos de las opiniones de los demás, nos convertimos en
el secreto del otro.
Compartimos momentos
robados. Toques tiernos. Abrazos secretos.
Era nuestra retorcida
historia de amor, y funcionó hasta que nuestras vidas cambiaron para siempre.
El chico que amaba se
convirtió en el nuevo chico de oro de Hollywood.
Su carrera floreció
mientras la mía se estancaba.
Encontró un éxito
masivo mientras yo descubría múltiples fracasos.
Se volvió importante
mientras que mis sueños nunca se hicieron realidad.
Nos mudamos a
diferentes reinos donde nuestras piezas ya no encajan.
En los cuentos de hadas
el amor lo conquistaba todo.
En la realidad, el
amor era la principal razón por la que los imperios comenzaban a caer.
Siempre supe que
Landon era parte de mi historia.
Era mi principio, mi
nudo y mi fin.
¿El único problema?
No estaba segura de que yo todavía perteneciera a la suya.
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